Capítulo 29 Furia por vergüenza
Pablo claramente también se dio cuenta de su error y, con la cabeza baja, se disculpó: —Lo siento, abuelo, no volverá a pasar.
—Las reglas de la casa exigen un castigo.
Don Diego miró al mayordomo Luis y habló con voz grave.
Luis, el mayordomo, asintió respetuosamente y salió del salón.
El rostro de Laura cambió de inmediato y, levantándose rápidamente, dijo:
—Papá, Pablo ya ha reconocido su error, seguro que no lo repetirá. Por favor, déjalo pasar esta vez.
—No aprenderá si no recibe una lección.
Replicó don Diego, firme en su postura, sin dejar espacio para cambio alguno.
Laura, desesperada, se le enrojecieron los ojos y empujó a Javier con la mano, señalándole que intercediera.
—Lo que dice papá es correcto, Pablo debería ser castigado.
Javier, como si no entendiera su intención, en cambio, continuó apoyando las palabras de don Diego.
Laura, furiosa, estaba a punto de desmayarse, solo podía mirar mientras Luis regresaba con un palo.
Pablo se arrodilló en el suelo, soportando seis

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