Capítulo 23 El consuelo
María la miró, sus ojos llenos de nostalgia y rabia. Finalmente, dijo con voz fría: —Lo que tienes que lamentar no soy yo, sino a ti misma. Ya ha pasado mucho tiempo, yo ya no estoy enojada. Me alegra que hayas venido a visitarme, estoy bien, no te preocupes por mí.
En los ojos de Mónica se acumulaban las lágrimas.
Antes, la profesora María solía hablarle con un tono tan amable y cercano, nunca había sido tan fría.
Parece que la profesora María aún estaba enojada.
Pero Mónica no podía decir que quería regresar a la escuela para ser nuevamente guiada por ella.
Había herido el corazón de la profesora María, ¿y qué derecho tenía ella de pedir perdón?
Sin dignidad, Mónica se paró frente a María, bajó la cabeza y dijo: —Profesora María, cuídese. No la molesto más, lo siento mucho.
Dicho esto, hizo una profunda reverencia a María antes de girarse rápidamente y salir de la habitación.
Sergio la observó mientras se alejaba, notando las lágrimas que caían por sus mejillas. Frunc

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