Capítulo 85
—Parece que también te preocupas por mi cuerpo; me has seguido hasta aquí, y has conseguido encontrarme incluso en este lugar.
Inés emergió de detrás de una escultura deteriorada, mientras la luz de la luna caía desde el techo directamente sobre ella, haciendo que su piel luciera aún más pálida.
Vicente desvió rápidamente la mirada, temiendo no poder controlar el deseo que crecía en su interior.
—Tu cuerpo sucio no me interesa —dijo Vicente con desdén.
Inés se cubrió la boca y soltó una risita suave: —¿Qué tiene de sucio? Me baño todos los días. Si no me crees, huele; está perfumado.
Sin mostrar miedo a la muerte, Inés se despojó de su camisa, dejando casi estupefacto a Vicente.
¡Glug!
Vicente no pudo evitar tragar saliva.
Siempre había pensado que el pecho de Ana ya era impresionante, pero Inés lo superaba con creces.
En ese momento, Vicente realmente vio lo que era un pecho grande; ¡era espectacular!
Inés caminó hacia Vicente. Consciente de que no podría vencerlo en un enfrentamiento
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