Capítulo 18
—¿Quién?
—Oscar. Es un discípulo del Gran Maestro Luis, una persona codiciosa, sanguinaria y muy poderosa, —explicó Carmen.
—Contacta con él, el dinero no es problema. Es probable que Vicente venga también esta noche, asegúrate de que Oscar se oculte cerca y lo elimine en cuanto aparezca.
Ana pronunció estas palabras con una expresión feroz.
—Entendido, señora, me encargaré de ello.
Luego, Ana llamó a una ambulancia y envió a Carmen al hospital para que recibiera tratamiento.
—Vicente, no me culpes por ser cruel e inmisericorde. Antes no quería que murieras, pero no deberías haberme violado ni haber escapado de mi control. Al capturar mi punto débil, te has sentenciado a morir.
Ana entrecerró los ojos, murmurando para sí misma.
Se dirigió a la empresa para manejar los problemas causados por la terminación de la colaboración con el Grupo Rodríguez, y también se preparó para asistir a la fiesta de cumpleaños de Francisco esa noche para hablar con Isabel sobre continuar la
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