Capítulo 50
—Tú llevas cuatro años viviendo con Pablo, y todavía no sabes qué tipo de niño es. ¿De verdad lo has considerado como tu hijo, o solo lo viste como una pieza más en tu juego para entrar a la Casa García?
—Alicia, no digas tonterías.
—¿No son tonterías? Mira esto.
Alicia levantó una pulsera del suelo, que resultaba ser la misma que Marta llevaba puesta hace un momento.
Levantó la pulsera y la mostró a todos: —¿Por qué está tu pulsera aquí? ¿Y cómo es que tú estás aquí?
Marta dio un paso atrás, su rostro se llenó de pánico, y negó con la cabeza: —Alicia, estás equivocada, yo no empujé a Sofía. Mi pulsera la perdí hace rato, tal vez ella la encontró y la trajo aquí.
Alicia se rió con desdén: ¿De veras? Pues ya lo sabremos preguntando a Sofía.
Alicia se volvió hacia Sofía, quien estaba aún en sus brazos, y le preguntó suavemente: —Sofía, ¿has visto alguna vez esta pulsera?
Sofía sacudió la cabeza con la misma ternura de siempre.
Alicia continuó: —Entonces, ¿cómo caíste al
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