Capítulo 169
Una chispa fría cruzó por los ojos de Braulio, y su pie derecho destelló con rapidez.
Golpeó justo la mano de Sancho.
Bang.
La espada salió disparada hacia el cielo.
Braulio levantó la mano, atrapó la espada en el aire y con un movimiento rápido de su mano derecha, deslizó el frío filo por el cuello de Sancho.
Una estela de sangre se elevó en el aire.
Sancho se llevó las manos al cuello, mostrando una expresión de dolor extremo: —Tú... ¿quién... quién eres realmente?
Era lo que más quería saber antes de morir.
Era una situación que no debería haber fallado, ¿por qué tenía que morir aquí?
No podía morir sin comprender.
Darío, lejos de asustarse, parecía emocionado ante la escena: cuatro personas yacían en el suelo, una más sangraba por el cuello, y él no mostraba temor alguno.
En ese momento, exclamó: —Él es quien me enseñó a tratar la parálisis facial con agua caliente.
No solo es imposible que lo venzas, sino que tampoco tu medicina puede compararse con la suya.
Los ojos de Sancho cas
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