Capítulo 150
—Si para entonces tu empresa ha quebrado, podrías terminar en la cárcel.
Lorena mostraba una expresión complicada, y tras reflexionar durante un buen rato, apretó los dientes y afirmó: —Está bien, seré esa testigo.
Braulio estaba sentado al margen, observando en silencio.
Al escuchar que Lorena aceptaba, sus ojos se tornaron aún más fríos.
Pum.
De repente, la puerta se abrió de golpe.
Un grupo de hombres robustos entró abruptamente.
El líder se acercó a Julián: —Señor Julián, ¿a quién dijo que quería eliminar?
Julián apuntó hacia Braulio: —Primero rompan sus extremidades, luego acaben con él.
De lo contrario, no podré aplacar mi furia.
El hombre se dirigió hacia Braulio con un cuchillo en mano, pero se detuvo a mitad de camino.
Lo miraba fijamente, visiblemente confundido y sin saber qué hacer.
Julián, esperando tranquilamente ver a Braulio gritar de dolor, se impacientó: —¡Actúa ya!
Pío, que observaba a Braulio con el rostro pálido como el papel.
No había podido contactar con sus cont
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