Capítulo 313
Así estábamos, en silencio, junto al lago, escuchando el sonido del agua agitada por el viento.
Después de un rato, comencé a sentirme cansada, y mi cuerpo ya no se mantenía tan firme.
—¿Qué sucede? —preguntó Adrián.
—Quisiera encontrar un lugar para sentarme; estar de pie me causa dolor en las piernas. —le respondí con sinceridad.
Adrián miró hacia un punto no muy lejano, y de pronto sentí mi cuerpo aligerarse mientras él me levantaba por la cintura y me llevaba hacia una gran roca.
Aunque estoy acostumbrada a que me trate como a un cojín de abrazos, levantándome de vez en cuando, intenté mostrar timidez y dije: —Puedo caminar por mí misma.
—¿No que tenías dolor en las piernas? ¿Cómo vas a caminar?
Le saqué la lengua y guardé silencio.
Adrián me bajó y luego se sentó él. Justo cuando iba a acercarme a su lado, extendió su largo brazo y me atrajo hacia él, sentándome en sus piernas.
¿Qué estaba haciendo?
Justo cuando la duda me asomaba, él susurró en mi oído: —La roca está fría.
¿Hay a
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