Capítulo 24
—¿Qué te ha pasado? —Ana apartó el cabello de Silvia para revelar las evidentes marcas: —No me digas que fue Diego.
Silvia, de manera inconsciente, levantó la mano para tocar las marcas, sorprendida de que hubieran dejado huella.
—¿Fue él? —Ana dedujo por la expresión de Silvia.
—Sí. —admitió Silvia.
—Ese maldito desgraciado, andando con Elena y aún así te hace esto. —Ana murmuró con resentimiento: —¡Qué desgraciado!
Silvia estuvo de acuerdo.
Ana estaba tan furiosa que deseaba castrarlo.
—Necesito hablar contigo de algo. —Silvia tomó una profunda respiración para decidirse a hablar.
—Dime. —Ana le ofreció toda su paciencia.
—Podría necesitar quedarme aquí unos días. —aunque eran amigas cercanas, Silvia prefería avisar primero, como muestra de respeto básico: —Todavía no he encontrado un lugar y no puedo volver allá.
Diego había cambiado la contraseña, y ella no podía regresar sin perder la dignidad.
Además, entre ella y él, era mejor mantener distancia.
—Tranquila bobita esta casa es t

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