Capítulo 90
Sin embargo, no había corrido ni dos pasos cuando sintió un ardor en el pecho. Al bajar la mirada, descubrió que el cuchillo de Martín ya había penetrado su cuerpo.
El cuchillo se había clavado en su pecho, y la punta sobresalía por la espalda. Eduardo estaba completamente atravesado.
—¡Canalla... miserable...!
Eduardo no pudo terminar sus palabras antes de desplomarse en el suelo. Su cuerpo se convulsionó un par de veces antes de quedar inmóvil.
Ya no respiraba.
—¡Ahhhhhhhhh!
Otra vida se apagaba, y esta escena dejó a María con la piel de gallina y un escalofrío en el cuero cabelludo.
—¡Grita, grita con fuerza! Cuanto más fuerte grites, más placer me das.
Martín se rió maliciosamente mientras extraía el cuchillo del cuerpo de Eduardo. Como un verdadero demonio, procedió a eliminar a los diez hombres de negro que estaban cerca.
Había mucha sangre en el almacén, y los cuerpos yacían desordenados por doquier. El intenso olor a sangre provocó que María, tirada en el suelo, comenzara a sen
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