Capítulo 40
¡Clang!
La pistola de Carmen se deslizó de sus manos y cayó al suelo, golpeando el piso carmesí.
Ella observaba el cuerpo sin vida de Luis, abrazando sus piernas, respirando profundamente mientras las lágrimas caían en cascada.
Alejandro se acercó y sostuvo sus hombros, ofreciéndole apoyo físico.
Carmen se dejó caer en los brazos de Alejandro, rompiendo en un llanto inconsolable.
Sin embargo, tras un rato, recuperó la calma, no era una mujer ordinaria.
Miró a Alejandro, este hombre que la había rescatado de situaciones desesperadas y logrado victorias en repetidas ocasiones.
Con la muerte de Luis, todos los negocios de la familia López en la ciudad A pasarían a ser suyos.
Los ojos de Carmen brillaron con intensidad.
La batalla fuera también estaba llegando a su fin. Marta, junto con dos guerreros, irrumpió en el lugar y, al ver a Carmen sana y salva, suspiró aliviada.
Observó el salón transformado en un río de sangre, luego a Alejandro, y un profundo respeto surgió en sus ojos.
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