Capítulo 87
Lo que dejó a Carmen más sorprendida fue que, cuando el talismán amarillo flotaba a su alrededor, ella sintió claramente que la sensación de frialdad en su cuerpo disminuía, siendo reemplazada poco a poco por una sensación de calidez.
El rostro demacrado de Carmen mostró un destello de vitalidad en ese instante, y sin dudarlo, exclamó:
—¡Te transferiré setecientos mil dólares, pero elimina de inmediato a ese maldito espíritu de Verónica!
María, al escucharla mencionar a Verónica, apretó los dientes con rabia, evidentemente creyendo que el espíritu que la acosaba era Verónica convertida en un fantasma.
Con una mirada fría, pero manteniendo una expresión tranquila, respondió:
—Su rencor es profundo, no puedo eliminarla, pero puedo disipar su resentimiento para que no te moleste más.
Carmen solo quería que el alma de Verónica se desvaneciera, y al escuchar que María no podía eliminarla, frunció el ceño.
Pero antes de que pudiera dudar más, María hizo un ademán de irse.
Carmen no
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