Capítulo 84 ¿Qué más quieres sacar de mí?
Quizás porque nunca había enfrentado tantos aspectos oscuros de la vida, Daniela no podía creer que Sergio fuera capaz de llegar tan lejos, siendo ella... su propia hija, aunque abandonada, seguía siendo su sangre. ¿Cómo podía ser tan despiadado?
Cuando Sergio llegó al pueblo para buscarla y vio las cartas que su madre había dejado, su arrepentimiento y lágrimas parecían genuinos. Si en esas circunstancias pudo simular un dolor tan profundo, entonces Sergio era demasiado aterrador...
Con una pizca de esperanza, Daniela tocó la puerta del cuarto de José.
La puerta se abrió y, al verla, los ojos de José se oscurecieron ligeramente. Ella, con las manos temblorosas sosteniendo los documentos y los ojos enrojecidos, estaba a punto de llorar.
—¿Todo esto... es verdad?
Preguntó con voz suave, temblando tanto que parecía que no podía mantenerse en pie.
José, apoyado en el marco de la puerta, se detuvo un momento y dijo: —¿Debería no haberte dicho?
Las lágrimas de Daniela finalmente cayeron, y
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