Capítulo 21 ¿Puedes dejar de hacer el ridículo ya?

José la observaba desde lo alto, su frialdad no revelaba emoción alguna. En la bruma matutina, su silueta parecía etérea, como si fuera un salvador descendido. —¿Puedes dejar de hacer el ridículo ya? Habló con una voz helada. Daniela se tensó ligeramente. ¿Acaso él pensaba que estaba haciendo el ridículo? Intentó suprimir el dolor que emergía desde el fondo de su corazón y se puso de pie para explicar: —No es eso... No pudo terminar de hablar cuando José, impaciente, la interrumpió fríamente: —No quiero escuchar más, ni quiero verte aquí otra vez. ¡Vete! Daniela, con nerviosismo, se aferraba al borde de su ropa, sus ojos humedecidos: —Por favor, solo dame dos minutos, solo quiero aclarar las cosas... No se percataba de lo humilde que se veía en ese momento, quizás siempre había sido así, adormecida por la costumbre. José mostraba una expresión contenida, como si estuviera suprimiendo la ira con gran esfuerzo: —No hay nada que discutir, tus asuntos no me interesan. Te lo repito por últi