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Capítulo 9

En ese momento, Alicia finalmente lo confirmó. Él realmente no había ido a trabajar horas extras, sino que había ido a cuidar a Carmen enferma. Recordando el tono resuelto de Rafael esa tarde, Alicia no pudo evitar sonreír. ¿Ni siquiera estaba dispuesto a sacar media hora para ella? Rafael, si supieras que esas pocas horas fueron nuestras últimas juntas, ¿te arrepentirías de haber roto tu promesa? Nadie le respondió, y ya no le importaba la respuesta. Solo miró por un momento antes de salir y buscar a Ignacio en WhatsApp. —Ignacio, hoy es el último día del período de reflexión para el divorcio, ¿necesito ir a la oficina por algún trámite? Ignacio respondió rápidamente. —No es necesario. Señorita Alicia, como hoy es el último día de su período de reflexión del divorcio, eso significa que el proceso está completo. —Felicitaciones, es un renacer para usted. Qué apropiado, un renacer. Sí, a partir de hoy, desde que dejé de amar a Rafael, desde que me alejé de él, Alicia tendrá una vida aún más brillante y deslumbrante. Con este pensamiento, se sintió repentinamente liberada y se giró para regresar a casa. A tres horas del final, tiró todos los objetos personales que le quedaban y luego se acostó en el sofá para ver la puesta de sol. A dos horas del final, sacó su cuaderno y editó las fotos que había tomado ese día en un vídeo. A una hora del final, después de revisar el vídeo, encendió la cámara y se grabó a sí misma. Quería grabar una carta de despedida para Rafael. Una vez terminado el vídeo, volvió a insertar la tarjeta de memoria en la cámara y colocó el documento de divorcio junto a ella en la mesita de noche. Rafael. A partir de este momento, estamos divorciados. Felicitaciones a ti. Y felicitaciones a mí. Después de terminar todo, recogió su última maleta, dejó la casa, dejó la ciudad. Nadie sabía a dónde iba. Pero se fue resuelta, sin mirar atrás, sin remordimientos. Por otro lado. Hasta que Carmen se recuperó casi completamente, Rafael no salió de su casa. Mientras conducía, intentó llamar a Alicia para cumplir con su promesa anterior. Pero después de más de diez intentos, solo recibió el tono de teléfono apagado, y sus mensajes tampoco recibieron respuesta. Durante tres años de matrimonio, era la primera vez que no podía contactarla. Pensando en el accidente anterior, comenzó a preocuparse y regresó a casa para verificar. En la nueva casa, todo estaba organizado según el arreglo original, no como antes que estaba todo desordenado. Pero Rafael solo necesitó una mirada para darse cuenta de que algo estaba mal. ¿Dónde estaban las cosas de Alicia? Al darse cuenta de esto, su corazón dio un salto y se apresuró a regresar a la antigua casa. La casa estaba completamente vacía; la buscó por todas partes sin encontrar rastro de ella. Finalmente, al entrar en el dormitorio, vio una cámara y un montón de documentos en la mesita de noche. Recordando cómo había disfrutado grabando con la cámara días atrás, Rafael respiró aliviado momentáneamente y presionó el botón de encendido, curioso por ver qué había grabado. Un vídeo comenzó con música alegre, mostrando diferentes vistas de la Universidad Lagoazul, intercaladas con largos textos. Rafael estaba a punto de pausarlo cuando escuchó la voz de Alicia. —Rafael, todavía hay muchos estudiantes patinando en la plaza. Recuerdo la primera vez que te confesé mis sentimientos aquí, me rechazaste y lloré todo el día. —Rafael, la biblioteca sigue siendo muy popular. No quise molestar a nadie, así que solo tomé una foto de lejos. ¿Recuerdas ese lugar? Era tu favorito. —Rafael, aquí es donde jugabas baloncesto, y yo te observaba en secreto durante cuatro años. ... Viendo una escena tras otra, Rafael se sintió transportado a esos despreocupados días de juventud. Pensando en esos tiempos, y en cómo Alicia lo seguía, una sonrisa involuntaria apareció en sus labios. La música terminó, pero había un minuto más de vídeo. Pensando que podría ser alguna sorpresa secreta, miró a su alrededor, pero Alicia no estaba por ninguna parte. Con curiosidad, presionó play. Después de unas pantallas negras, apareció el rostro de Alicia en el centro de la pantalla. Viendo sus ojos rojos y su rostro cansado, Rafael sintió un presentimiento desagradable. —Rafael, este año marca la década desde que nos conocimos, y también desde que comencé a amarte en secreto. Es difícil de creer que haya amado tanto tiempo. La vida no tiene muchos períodos de diez años, ¿verdad? —Diez años, siete de amor no correspondido, tres como esposos. Siempre quise entrar en tu corazón y lo di todo por ello. Pero, ¿acaso los deseos siempre se cumplen? Si no hay amor, no hay amor, y ni otro tres, siete o diez años cambiarán eso. —Por eso, en este día tan significativo, he tomado una decisión importante: dejar ir esta obsesión y permitirte seguir tu corazón con Carmen. Así que cuando veas este vídeo, quiero decirte, más bien, informarte de algo. —Rafael, estamos divorciados.

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