Capítulo 88
A esa velocidad tan alta, girar bruscamente el volante hizo que el coche, que iba derecho, se pusiera de lado.
Sin embargo, al siguiente segundo, por la inercia, el coche de Isabel se volcó de lado y quedó erguido.
—¡Accidente!
El copiloto adinerado, que estaba en el coche con Jesús, vio cómo el coche de Isabel se cruzaba delante de ellos sin tiempo de gritar.
Luego observó su coche erguido en el suelo, chispeando fuego y ruido contra el pavimento por el roce del metal.
Jesús, con las manos apretando el volante, perdió la sonrisa. —¿Ella realmente no valora su vida?
En la salida de la montaña, la gente solo escuchó un fuerte estruendo.
Vieron el BMW blanco de Isabel volcándose lateralmente y cruzando la línea de meta.
—¿Tan arriesgado?!
Un grito de asombro resonó entre la multitud.
El coche de Isabel se detuvo firme, y el de Jesús paró justo detrás de ella.
Mientras la gente se acercaba, vieron a Isabel apoyándose en la ventana totalmente abierta, saliendo ágilmente del sedán.
El copil
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