Capítulo 80
Isabel gritó pidiendo al hombre que no la tocara, y él realmente retiró la mano, quedándose quieto por un momento.
Sus manos estaban atadas y tenía una tela negra cubriéndole los ojos, lo que hacía que en la oscuridad no pudiera ver nada.
Isabel intentó hablar con firmeza. —¡Si me sueltas, no te culparé!
Parecía que la persona a su lado no se había movido desde hacía tiempo, pero los nervios de Isabel seguían tensos.
Hasta que una familiar y fría fragancia la envolvió, Isabel intentó hablar, pero sus labios fueron sellados bruscamente.
—¡Mmm!
El hombre besaba sin ningún orden, y aunque Isabel se retorcía tratando de resistirse, fue firmemente sujetada por la cintura y no podía moverse.
Ella mordió la lengua del hombre con fuerza, y el sabor metálico de la sangre se esparció en sus bocas, haciendo que él finalmente la soltara.
Víctor, aún borracho, podía soñar con Isabel a su lado.
El dolor en la punta de su lengua no era suficiente para hacerlo volver en sí; simplemente frunció el ceño
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