Capítulo 83
—¿Qué haces todavía aquí? —Ana se quedó sorprendida.
Desde el día en que la familia Ruiz regresó, este hombre había alegado sentirse mal y se quedó una noche.
Esta mañana, ella le había aplicado algunas agujas y pensó que ya se había ido, pero resultó que aún estaba allí.
—Esta es mi casa. —dijo Carlos.
Ana: —......
Ana replicó: —¿No habías dicho que no te quedarías mucho tiempo?
—Pero mi condición no me permite estar lejos de ti. —Carlos la miraba fijamente con sus profundos y oscuros ojos.
Su voz magnética, con una ligera cadencia al final, daba la impresión de estar coqueteando.
—... —Ana quedó paralizada, sin saber qué responder en ese momento.
La mirada de Carlos descendió inconscientemente desde el hermoso rostro de ella.
Ana llevaba un camisón de seda blanco marfil, que revelaba sus clavículas esbeltas y dejaba entrever su abundante figura.
Carlos sintió la garganta seca y de repente consideró que el pequeño cerdito que Ana sostenía en sus brazos era un estorbo.
Dio un paso
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