Capítulo 93
Ángeles nunca habría imaginado que el resultado sería este.
¡Tampoco esperaba que Lucía tomara tal decisión!
—Tía...
Lucía, tendida en el suelo, volvió a escupir sangre; el veneno era tan potente que la sangre se volvía negra, su rostro pálido y fruncido por el intenso dolor.
Ángeles le dijo inmediatamente: —No hables, no te muevas.
Ángeles siempre llevaba consigo agujas de plata y medicinas. Rápidamente, sacó una aguja de plata y la insertó en los puntos de acupuntura de Lucía para detener la rápida propagación del veneno, mientras empujaba todas las medicinas que podía en la boca de Lucía.
—Trágatelo, ¡rápido!
Pero Lucía negó con la cabeza, mientras escupía sangre y con todas sus fuerzas dijo: —Tía, ya te traicioné una vez, no habrá una segunda, lo logré.
—Deja de hablar, escucha, toma la medicina primero, te pondré las agujas, no te pasará nada.
Ángeles rápidamente insertaba las agujas de plata en los meridianos de Lucía, pero, a pesar de sus esfuerzos, el veneno se esparcía demasia
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