Capítulo 592
Con nombres y apellidos, directo y sin disimulo, la confrontación era tan evidente que hasta el aire parecía cargado de un tenso olor a pólvora.
Juan suspiró profundo, aparentando tristeza y dolor. —¿Cómo te atreves pensar eso de mí...?
No necesitaba explicarse ni demostrar nada; naturalmente, habría quien le creyera.
Y como era de esperar, Lourdes estaba furiosa, gritando desesperada: —¡Basta ya, Hugo! Sé que has seguido a Vicente durante muchos años y que te une un fuerte lazo emocional, ¡pero eso no te da derecho alguno a difamar de esa manera a Juan!
—Esta vez te perdonaré, pero más vale que controles tu boca. Si vuelvo a oír tales difamaciones, ¡no te lo perdonaré!
Hugo tenía una expresión compleja y tardó un buen rato en responder: —Sí, señorita Lourdes.
Antes de esto, Hugo incluso le había aconsejado a Vicente que expusiera de forma directa la verdadera cara de Juan, leyéndole a Lourdes el informe toxicológico que contenía evidencia del veneno.
De este modo, la señorita Lourdes

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