Capítulo 354
—Sí.
La expresión de Ángeles era completamente seria; no parecía estar bromeando en lo absoluto.
—¡Hsss...!
Aureliano inhaló profundo, horrorizado, y exclamó:—¡Jefa, cálmese! ¡La impulsividad es un gran demonio!
—...
Ángeles le lanzó una mirada de fastidio. —¡Cállate y vete a trabajar! Deja de perder el tiempo.
Después de echar a Aureliano, Ángeles concentrada terminó de preparar todas las mezclas del veneno. Las colocó dentro de unas pequeñas esferas que había diseñado especialmente. Eran del tamaño de canicas, lo que las hacía fáciles de transportar.
De esta forma, si se encontraba en peligro, solo necesitaría girar una de las esferas y lanzarla. En cuanto estallara, el polvo venenoso se dispersaría al instante.
Por desgracia, los ingredientes que había conseguido esta vez no fueron suficientes; solo logró llenar siete pequeñas esferas.
Eso significaba que disponía de siete oportunidades para contraatacar.
Desde que fue secuestrada por los hombres de Emilio, Ángel
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