Capítulo 336
Tras ver a Ángeles marcharse, Berenice apretaba los puños con tanta fuerza que las uñas casi se clavaban en las palmas de sus manos. Su cara desfigurada por las cicatrices, lucía aterradora y llena de furia.
¿Así de fácil la iban a dejar ir?
¿De verdad la iban a dejar ir?
Berenice no podía soportarlo. Su mandíbula estaba tan apretada que rechinaba los dientes con fuerza.
Finalmente, incapaz de contenerse, corrió detrás de Emilio y preguntó con urgencia: —Señor Emilio, Ángeles le lanzó Brujería negra. ¡Esto es algo gravísimo! ¿De verdad va a dejarlo pasar tan fácilmente?
Emilio, tranquilo, le respondió con otra pregunta: —¿Y tú qué quieres pues que yo haga?
Quizás Emilio estaba de buen humor en ese momento. Su mirada era serena, y en las comisuras de sus labios asomaba una leve sonrisa. Su porte, elegante y refinado.
Berenice, contagiada por esa calma, perdió algo del miedo que solía sentir frente a él. Sin embargo, su insatisfacción la dominaba por completo. Sin pensarlo d
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