Capítulo 329
Cuando apareció una marca de mano en el rostro de Ángeles, Emilio sintió un hormigueo extraño en su propio rostro, y de manera insólita, la misma marca de mano apareció también en él.
Todos: —¿?
¿Qué estaba sucediendo?
—¡Jajajajaja...!
Ángeles empezó a reír, y su risa se fue intensificando, volviéndose cada vez más fuerte y descontrolada.
Parecía como si no fuera una prisionera en peligro de ser arrojada al estanque de cocodrilo, completamente inconsciente del inminente peligro que se cernía sobre ella.
Al ver la risa desquiciada de Ángeles, varios de los tipos que antes la trataban con respeto, como si fuera una invitada distinguida, se enfurecieron. Uno de ellos le agarró el cabello y le dio una patada.
—¿De qué te ríes perra loca y desquiciada? ¡Cierra tu sucia boca!
Sin embargo, justo cuando Ángeles se tambaleó por la patada, Emilio, quien aún estaba sentado en su silla de ruedas y no había terminado de procesar la bofetada anterior, sintió de repente otra fuerza qu
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