Capítulo 163
—¡Ahhh!
Las hojas caídas y la maleza, que apenas cubrían el suelo, quedaron aplastadas mientras se escuchaba un grito aún más desgarrador. Rubén se fue de boca dentro del hoyo, y de su pecho y la parte de abajo de su cuerpo empezaron a brotar manchas de un rojo intenso...
Era claro que no solo había preparado esa trampa, sino que también había puesto varios clavos en el fondo del agujero.
¡Quien cava una tumba para otros, cae en ella!
Ángeles chasqueó la lengua dos veces y enfocó la linterna directamente en el rostro de Rubén.—El karma, Rubén, el karma.
Rubén gritaba de dolor mientras el sudor le empapaba la frente, pero al mismo tiempo se sintió agradecido. Menos mal que, por las prisas, solo había puesto unos cuantos clavos chicos en el fondo del agujero; si hubiera usado cuchillos o algo más mortal, seguramente ya estaría muerto.
Sin embargo, después de ese breve alivio, lo invadió un profundo arrepentimiento, y un torrente de odio empezó a hervirle por dentro.
Con dificultad, i
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