Capítulo 370
Álvaro no solo no se detuvo, sino que respiraba pesado y profundamente; su cuerpo ardía como una estufa. Rodeaba su cintura y bajaba la cabeza a lo largo de su cuello, besando hacia abajo, mientras su otra mano rodeaba su nuca y desataba la cuerda de su vestido. Su mano continuaba descendiendo hasta la pantorrilla, acariciando hacia adentro...
Patricia sentía un hormigueo en el cuero cabelludo y, antes de que pudiera reaccionar y darse cuenta de lo que él hacía con sus manos, se apresuró a rechazarlo. —Álvaro, estamos en el coche, ¿puedes escucharme?
Álvaro murmuró, —Te escucho, pero aquí en el coche no podemos tener relaciones. Podemos volver a la habitación...
—Sí, sí, por favor suéltame. No arruines mi ropa. ¿Cómo voy a enfrentar a la gente después?
—No la arruinaré, Patri, no lo haré...
—No estoy hablando de eso, ¡hablo de la ropa! ¿Entiendes?
Álvaro parecía haber perdido completamente la razón.
Patricia se sentía muy triste por dentro, pensando en su mala suerte. Después de preocu
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