Capítulo 261
Patricia había tenido pesadillas toda la noche y, al despertar sobresaltada, aún en los brazos de Álvaro, abrió los ojos y se encontró con su mirada preocupada y llena de afecto, que le preguntaba: —¿Tuviste una pesadilla?
Ella tuvo un momento de desconcierto, pensando que el tiempo había retrocedido, que aún no se habían divorciado y seguían siendo esposos...
Un segundo después, volvió en sí, implacable, lo empujó y se levantó para alejarse, pero antes de que pudiera ponerse de pie, sintió un apretón en la cintura y él la atrajo de nuevo hacia él, con su espalda desnuda contra su pecho firme. Ella dijo, enojada: —¡Suéltame!
—No,— Álvaro la retuvo con firmeza en sus brazos. —¿Tuviste una pesadilla? Te escuché llamándome.
—No lo hice.
—Sé que no lo admitirás.— Álvaro soltó una ligera risa, sacó su teléfono, buscó algo y le puso un audio.
Patricia escuchó su propia voz salir del teléfono:
—Álvaro... ¡no te mueras!
—Uuuuh... no te mueras, ¿qué haré si mueres?
—Te odio... ¡Álvaro! ¡Idiota!
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