Capítulo 48
Pedro tenía un fuerte dolor de cabeza. Se llevó la mano a la frente, masajeándose las sienes con el pulgar. Por más que intentaba recordar, no podía entender por qué la había besado.
Un simple beso hubiera sido suficiente, pero además, le dejó los labios rojos de tanto que la había succionado.
—Mi imagen... —murmuró, frustrado.
¿Acaso esto es lo que llaman los hombres “perder el control” cuando están borrachos?
Abajo, Leticia intentaba calmar su corazón, respirando profundamente tras la columna de la escalera.
Finalmente, salió del vestíbulo del ascensor y fue a recibir a los amigos de su esposo.
Don Fernández le preguntó, —¿Pedrín ya se durmió?
—Sí, sí, ya está dormido. —respondió ella, asintiendo rápidamente.
Leticia se sentó junto a Don Fernández, sin saber cómo relacionarse con los amigos de su esposo.
La verdad es que eran unos completos desconocidos para ella.
Xavier fue el primero en notar algo diferente en los labios de Leticia.
Le dio un ligero empujón a Yago para que mirara e
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