Capítulo 77
La pequeña Raquel había tomado el lugar de aquella pobre mujer, lavando la ropa, cocinando y soportando las humillaciones de Mario.
Mario le arrancaba el cabello, la pateaba y, a veces, la golpeaba con el cinturón.
Esos días eran en verdad insoportables.
Poco a poco, ella creció. La pequeña belleza, en un lugar tan rural, comenzó a volverse más y más visible, y cosas aún más aterradoras comenzaron a suceder.
Los ojos de Mario comenzaron a llenarse de deseo. Él la abrazaba a la fuerza, la sentaba sobre sus piernas y la besaba en la cara, con su aliento a alcohol y sudor.
Por las noches, cuando se bañaba, ella cerraba la puerta con cuidado, pero cuando miraba, veía un par de ojos lascivos y excitados mirando por la rendija de la puerta, con una sonrisa pervertida.
Ese era su peor y más persistente recuerdo de la infancia.
Una vez, Mario trajo a dos amigos de mala reputación a casa para beber. Los dos amigos se rieron y le dijeron: —Mario, ¿por qué no consigues una esposa nu
Haga clic para copiar el enlace
Descarga la aplicación Webfic para desbloquear contenido aún más emocionante
Encienda la cámara del teléfono para escanear directamente, o copie el enlace y ábralo en su navegador móvil
Encienda la cámara del teléfono para escanear directamente, o copie el enlace y ábralo en su navegador móvil