Capítulo 337
Raquel se secó las manos con un pañuelo y miró a Carlos. —Carlos, ¿qué quieres decir? Te advierto que no me digas "lo siento".
Carlos, que inicialmente había querido disculparse, sintió las palabras atoradas en su garganta.
Raquel, con voz fría, dijo: —Hiciste daño a otra persona, y una simple disculpa no puede borrar eso. Así que no lo digas, no te voy a perdonar.
Carlos hizo una pausa.
Él era el tirano de Solarena, y salvo Alberto, nadie se atrevía a desafiarlo de esa manera. Esa Raquel tan impertinente hizo que Carlos se pusiera pálido de rabia.
—Carlos, cierra los ojos y descansa, tu pierna debería estar bien —dijo Raquel.
El rostro de Carlos estaba muy pálido, claramente estaba débil y no podía enojarse. Solo pudo seguir las instrucciones de Raquel y cerró los ojos.
Raquel se acercó y lo cubrió con la manta. Sabía que Carlos estaba enamorado de Ana y que la consideraba su cuñada, por lo que no se sorprendió en absoluto por las palabras que dijo. Ya estaba acostumbrada a eso.
Querí

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