Capítulo 264
Por más que lo intentara, ese camino parecía no tener fin.
Raquel, exhausta, se detuvo. Sentía cómo su energía se desvanecía, el dolor intenso la obligó a agacharse lentamente.
Extendió sus delgadas manos y abrazó sus rodillas, luego hundió su rostro empapado en lágrimas en ellas.
Sus frágiles hombros comenzaron a temblar, y en ese instante, no pudo contener el llanto.
Perder a Alberto... era un dolor insoportable.
No sabía cómo describir qué tenía de bueno ese hombre; en realidad, él no había sido para nada bueno con ella. Pero, ¿quién no ha amado alguna vez a un idiota? Ella amaba a Alberto.
En sus manos apretaba con fuerza el medallón que él le había dado. Raquel sabía que lo había perdido.
Había perdido a su hermano amado.
En ese momento, el lujoso Rolls-Royce Phantom se detuvo al lado de la carretera. Alberto, desde el asiento del conductor, observaba a Raquel a través del brillante parabrisas. La veía abrazada a sí misma, acurrucada en la calle, llorando desconsoladamente.
En sus

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