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Capítulo 144

Las lágrimas de Raquel caían cada vez más, una a una, golpeando el fondo de la bañera. —¡Todo el día regañándome! ¡Sniff...! ¿Qué pasa si me maquillo? ¿Qué pasa si me pongo pintalabios? Ana se maquilla todos los días y tú no le gritas... ¡Sniff...! Si ella fuera secuestrada, seguro la abrazarías y la consolarías, la llamarías "mi vida"... ¡Sniff...! Me odias, ¿por qué me odias tanto? Raquel lloraba desconsolada, sus frágiles hombros temblaban, sus ojos estaban rojos y sus fosas nasales inflamadas, como si estuviera hecha de agua. Las gotas de lágrimas caían en hilera. Alberto cambió de color al verla, y rápidamente se arrodilló ante ella, con una rodilla en el suelo. —Raquel, no llores. En su memoria, ella rara vez lloraba. Solo la había visto llorar una vez, y fue en un sueño, llorando mientras gritaba a su madre que no se fuera. Esta era la segunda vez, y era él quien la había hecho llorar. No podía soportar sus lágrimas. Alberto levantó la mano y le secó una lágrima d

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