Capítulo 135
No.
Pero ella quería irse.
Raquel intentó retirar su delicada muñeca.
Sin embargo, los largos y firmes dedos de Alberto la sujetaron con fuerza y la arrastraron con él.
—¡Alberto! ¿Qué haces...? ¡Suéltame! ¿A dónde me llevas...?
Su paso era firme y apresurado, obligando a Raquel a tropezar torpemente tras él.
La sacó a la fuerza de Raíces del Placer y la metió en su lujoso Rolls-Royce Phantom. Media hora después, el auto se detuvo frente a Grupo Díaz y, sin darle oportunidad de reaccionar, la arrastró dentro de la empresa.
Esa noche, el equipo de tecnología se había quedado trabajando horas extras. Justo cuando estaban a punto de ir por un café, vieron a su imponente presidente entrar sujetando a una mujer de belleza celestial.
El sueño de los empleados se esfumó al instante. —Presidente.
Alberto ni siquiera les dirigió una mirada y continuó arrastrando a Raquel hasta su oficina.
En cuanto la puerta se cerró, el departamento entero estalló en comentarios. —¿Esa es n

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