Capítulo 56
Inesperadamente, justo cuando ella comenzaba a dar un paso, su mano fue firmemente agarrada por él.
Sus manos estaban frías, pero las de él, cálidas, en el instante en que las suyas se cerraron alrededor de las de ella, su frío desapareció, reemplazado por un calor reconfortante.
Era cálido, pero ella sabía que ese calor no debería pertenecerle.
—Señor Hernán, lo siento, debería habérselo dicho antes, no quise hacerle perder el tiempo.
—Yari, acabas de decir que estuviste casada antes, ¿eso significa que ahora estás divorciada, verdad?
Yaritza nunca esperó que Hernán le hiciera tal pregunta. Por un momento, no supo qué responder, pero finalmente asintió con timidez.
Los ojos apagados de Hernán gradualmente se iluminaron, haciendo que su guapo rostro brillara aún más.
Cuando sonreía, dos suaves hoyuelos aparecían en sus mejillas, desbordando un encanto soleado y deslumbrante.
Al acercarse, Yaritza notó que sus pupilas no eran de un marrón puro, sino que tenían un tinte azul, brillantes
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