Capítulo 163
Yaritza mostró un momento de vacilación en su rostro, y sus pestañas ligeramente húmedas temblaron bruscamente.
Su mirada se perdió poco a poco, sus pensamientos eran vagos e indistintos, como si su alma se hubiera dispersado en el lejano horizonte junto con el viento frío que entraba por la ventana.
Finalmente, cedió, humillada como lo más despreciable del mundo.
Sentía un dolor agudo, como si su corazón estuviera siendo desgarrado.
Yaritza no sabía si este dolor provenía de su cuerpo o de su corazón, solo sabía que dolía, y este dolor parecía interminable.
Después del dolor, le resultaba irónicamente especial que una persona sin alma pudiera sentir dolor.
Pero Yaritza, una persona sin alma, era algo fuera de lo común.
El dolor en su estómago le impedía enderezarse, incluso le resultaba difícil recoger la ropa caída en el suelo.
El dolor no había disminuido ni un poco cuando la voz fría de Diego resonó nuevamente en sus oídos: —¡Yaritza, habla!
Yaritza sabía que, para salvar a Daniela
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