Capítulo 162
Yaritza se tambaleaba violentamente, y aunque se apoyaba con fuerza en la pared frente a ella, apenas podía mantenerse en pie.
¡El niño que Daniela llevaba en su vientre era de Javier!
No podía entender cómo estos hombres podían ser tan crueles.
Diego era así, Javier también, ¿acaso ninguno de ellos tenía corazón?
¡No!
Sin embargo, ambos tenían corazón.
El de Javier estaba con Eva, y el de Diego, exclusivamente con Amaranta.
—¡Hazme feliz, Yaritza! —En el rostro de Diego no había ni una pizca de compasión, solo la habitual indiferencia y ferocidad: —De lo contrario, prepárate para que Daniela se pudra en la cárcel.
Sin dejarla hablar, Diego ya había entrado en la habitación, y Yaritza, entumecida, lo siguió. La puerta, que había sido reparada por alguien enviado por Hernán, se cerró con un leve toque.
Aunque el salón era espacioso, estando rígidamente de pie frente a Diego, Yaritza sentía que no podía respirar.
No quería rogarle a Diego de esta manera, tampoco quería que su dignidad fu
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