Capítulo 56
Raíces Saludables
Después de un día completo de actividades, Vicente no se permitía descansar.
Alejandra yacía medio recostada en la cama, tan delgada que solo la piel y los huesos la cubrían, y un olor fétido impregnaba la habitación, mezclándose con el aroma de la medicina china. —Deja de trabajar, mi cuerpo ya está así, no va a mejorar.
—Vivir un día más es solo una carga más para ti. Mamá solo espera que estudies bien para aliviar la carga de tu padre en el futuro... —dijo con voz tenue.
Vicente vació el orinal y entró en la habitación, junto a un escritorio desgastado con una computadora aún encendida. La pantalla mostraba el código que había escrito para una competencia, con la esperanza de ganar el premio y así financiar más tratamiento.
Vicente no respondió, solo dejó el orinal, se lavó las manos en el grifo de la puerta y regresó a sentarse junto a la computadora. —Si te sientes mal, llámame. Tú descansa.
Este niño era demasiado obediente, demasiado consciente de su situación
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