Capítulo 15
Junto a un árbol de ginkgo en el lado oeste del Instituto de Medicina, Alejandra se sentó en un rincón soleado del césped.
El olor a desinfectante del laboratorio aún le rondaba en la nariz. Se desabrochó el cuello de la bata y respiró hondo el aire fresco del exterior, mientras arrojaba las migas del pan integral a un grupo de palomas grises y blancas que se agolpaban frente a ella.
Ya llevaba tres meses en el Instituto.
Desde que ingresó al laboratorio, pasaba ahí prácticamente todo el día.
Incluso la tarjeta de acceso en su bolsillo parecía haber dejado una marca permanente en su bata blanca de tanto uso.
Un ritmo así, la mayoría no lo aguantaría, pero para Alejandra, después de todo lo que había vivido, esto no era nada.
En el equipo de investigación de nuevos medicamentos donde trabajaba, sus compañeros eran o bien eminencias de la medicina moderna o auténticas leyendas del gremio.
Aunque por ahora su rol fuera simplemente el de asistente, en estos tres meses ya había aprendido má

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