Capítulo 14
Los golpes sordos de los puños chocando contra carne retumbaron en toda la sala.
Los gritos de Pilar se fueron volviendo más débiles, más desgarrados. Se retorcía en el suelo como un pez fuera del agua, temblando sin control, con la cara llena de mocos, lágrimas y sangre, —¡Lo… lo siento, Don Gómez! —balbuceó entre sollozos, —¡Yo soy solo una huérfana sin padre ni madre! Tenía tantas ganas de tener una familia… por eso mentí, ¡por eso dije todas esas cosas!
De pronto, se aferró al pantalón de Braulio, y con desesperación comenzó a golpearse la frente contra el suelo hasta dejarse moretones, —¡Perdóneme, se lo ruego! ¡No volveré a mentir! ¡Por favor, no me mate!
Los ojos de Braulio ardían en rojo.
La única respuesta que le dio fue más violencia, más golpes con una rabia tan brutal que cada puñetazo parecía venir de años de engaño.
Cuando por fin se detuvo, Pilar yacía en el suelo como un perro muerto, medio inconsciente, apenas respirando.
—Papá… —la voz de Mauricio salió como un susurr

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