Capítulo 1
—Lo siento, señorita Ximena, ha perdido la mejor oportunidad para la operación...
Ximena, sosteniendo el informe que confirmaba su diagnóstico de cáncer uterino, se quedó parada durante mucho tiempo antes de llamar al secretario de Diego, Adrián.
El celular sonó durante mucho tiempo hasta que finalmente lo contestaron con el tono despectivo habitual: —Señora Ruiz, ¿necesita algo?
Ximena, con los dedos tensamente encogidos, preguntó: —¿Dónde está Diego? Necesito hablar con él.
Adrián respondió: —El jefe Diego no tiene tiempo para responder ahora.
—¿Podría ponerlo al celular...?
Antes de que Adrián pudiera continuar, Ximena escuchó una voz suave al otro lado del auricular: —Diego, ¿qué sorpresa es esta, tan misteriosa?
—Mira hacia arriba.
Ximena reconoció la voz baja y profunda, una ternura que nunca tenía con ella.
Al siguiente segundo, Adrián colgó el celular sin dudarlo.
Al mismo tiempo.
Boom...
El sonido de una explosión vino desde el otro lado del puerto, y ella levantó la cabeza, pálida.
Fuegos artificiales brillantes se elevaban en el cielo, sus colores vivos entrelazándose en el oscuro cielo azul, tan hermosos como en las leyendas.
En la entrada del hospital, la multitud era ruidosa.
—¿Han oído? Esto es un espectáculo de fuegos artificiales que el jefe Diego de TeraGlobal organizó para celebrar el cumpleaños de su novia. ¡Costó más de tres millones de dólares esta noche!
—¡Es Carmen! Doctora de la Universidad de Innovación Tecnológica, una élite que todas las empresas de primer nivel del país quieren contratar, con habilidades fuertes, hermosa, de buena familia, y su novio es tanto guapo como impresionante.
—No es de extrañar que el jefe Diego la ame tanto, ¡tener una novia así es realmente prestigioso!
Ximena miró los llamativos fuegos artificiales por un largo tiempo, luego lentamente soltó el informe médico, que flotó hasta el suelo.
Se dio la vuelta para irse.
En la madrugada.
Cuando Diego regresó a casa, encontró a Ximena sentada en la sala de estar, en la oscuridad.
Diego levantó la mano para encender la luz, frunciendo el ceño, —¿Por qué aún no has dormido?
Ximena levantó la vista hacia Diego, su chaqueta colgada en su brazo, y esos ojos negros y profundos la miraban, tan fríos como siempre.
Antes ella pensaba que él era naturalmente frío, pero hoy comprendió que el bloque de hielo a su lado era el carbón ardiente en el corazón de otra persona.
—No puedo dormir,— dijo ella con voz baja, —hoy fui al hospital.
Diego lanzó su chaqueta al sofá, aparentemente despreocupado: —¿Qué dijo el médico?
Ximena había estado quejándose de malestar en el bajo vientre, y él había prometido acompañarla al hospital, pero siempre lo posponía.
No era un contrato de decenas de millones en la empresa, era un problema complicado en el proyecto.
De hecho, ayer prometió a Ximena acompañarla al hospital, pero ¿Carmen tenía un cumpleaños secreto?
Solo tuvo tiempo de lanzar algunos fuegos artificiales al salir de la empresa.
Realmente no tuvo tiempo para preocuparse por Ximena.
—No es nada, mejorará pronto,— dijo Ximena, bajando la mirada, —¿cómo es que volviste a casa hoy?
Diego se quedó parado unos segundos, luego se acercó.
La abrazó, respirando en su cuello, una ola tras otra, su voz ronca.
—Estos días son tu período de ovulación.
—Para darle un heredero a la familia Ruiz, tú insististe en que programáramos relaciones sexuales durante estos días cada mes, ¿ya no te acuerdas?
El aroma del perfume femenino en él era demasiado evidente, como una bala que destrozaba el orgullo forzado de Ximena.
Diego tenía razón, se habían casado por tres años y él siempre había sido distante con ella. Solo cuando doña Lorena hablaba de "expandir la familia Ruiz", él regresaba a regañadientes y se enredaba con ella.
Ella se sintió aturdida por un momento, ¿tener un hijo? Parecía imposible.
Ximena era de carácter suave y estaba acostumbrada a ser sumisa. Pero hoy, de repente, no quería aguantar más.
—Diego, ¿no te preocupa que tu novia se ponga celosa si te acuestas conmigo?
Sus ojos brillaban en la oscuridad, como una pequeña bestia que finalmente muestra sus colmillos.
Diego la miró y notó que ella estaba seria, su mirada se enfriaba.
Después de un rato, sonrió, pero su sonrisa no llegó a sus ojos.
—¿Por qué preocuparme? Nuestro matrimonio es un secreto, tú eres la que se mantiene oculta.
—Si decides ser un personaje secundario, ¿por qué tantas exigencias?