Capítulo 42 La disputa
Frente a todos, los dos discutían acaloradamente.
Héctor observaba con angustia desde un costado.
Desde joven había trabajado para la familia Cordero, y recordaba que, excepto por su juventud rebelde, Antonio había sido una persona discreta a lo largo de los años, y cada paso que daba seguía las reglas al pie de la letra, nunca provocando la ira de don Tomás.
Por algunas razones, don Tomás nunca le había agradado, nunca pudo llegarle al corazón.
Las familias adineradas eran complicadas, pero solo cayéndole bien a don Tomás, Antonio podría desplazar completamente a Honorato y, después de la muerte de Don Tomás, tomar el control total del Grupo Cordero.
En esa época, no había recompensa sin esfuerzo, y nadie era una excepción.
Héctor movió los labios, incapaz de contenerse, y aconsejó, —señor Antonio, don Tomás también lo hacía por su bien.
Antonio lo miró con indiferencia, —Abuelo, ¿y las cosas?
No muy lejos, algunos invitados miraban curiosos, y don Tomás ocultó un poco
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