Capítulo 98
—Belén, ¿estás cambiándote? —preguntó Ana mientras caminaba, sabiendo perfectamente que Belén no estaba en esa habitación.
El cuarto estaba impregnado de un intenso aroma, comprado por María a un alto precio, que podía encantar a cualquiera que lo oliera por tan solo medio minuto.
Ana, cubriéndose la nariz y la boca, fingió llamar y rápidamente retrocedió hacia la puerta, solo para descubrir que alguien la había cerrado con llave desde afuera.
El corazón de Ana se hundió, sus ojos se agrandaron de pánico mientras golpeaba la puerta con urgencia, —Presidente López... Presidente López, Belén no está cambiándose, ¿por qué cerrar la puerta?
Oscar, parado frente a la puerta, esbozó una mirada burlona. Como líder del Grupo López, estaba acostumbrado a las mujeres que se le insinuaban constantemente; no podía ser engañado con trucos tan básicos.
—De repente recordé algo importante. Ya que Belén se ha torcido el tobillo, cuídala un momento. Volveré pronto. —Dicho esto, Oscar se dio la vuelta
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