Capítulo 38
María se apresuró a sonreír con servilismo: —Presidente Diego, Belén ha reconocido su error y me ha enviado a buscarlo hoy porque tiene algo importante que decirle.
—Hmph. —Diego gruñó con desdén, sus ojos estrechos llenos de desprecio—. ¿No se ha casado ya con un hombre rico? ¿Para qué viene a buscarme ahora? ¿Espera que le ofrezca mi ayuda?
—No, no, presidente Diego, ha habido un malentendido. Belén ha reconocido sus errores y la está esperando arriba. Por favor, déle una oportunidad y suba a hablar con ella.
María hablaba con un tono lleno de adulación, dejando claro a Diego que Belén estaba tratando de congraciarse con él.
Al pensar en esto, una sonrisa lasciva se esbozó en el rostro de Diego, quien echó un vistazo a María sin decir palabra.
María, hábil en captar las señales, se apresuró a añadir: —Presidente Diego, ¿por qué no sube y aclara las cosas con Belén?
Diego asintió, sintiéndose halagado y complacido: —Está bien, les daré otra oportunidad esta vez.
Dicho esto, giró y sub
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