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Capítulo 6

Viviana estaba sentada en la sala de tratamiento, atendiendo sus heridas. De repente, la puerta se abrió de golpe y un hombre apuesto entró con aire tempestuoso, casi como si viniera en ese momento a matar a alguien, asustando evidentemente al médico. Viviana miró hacia atrás y dijo asustada: —No te preocupes, él es el jefe de mi empresa. En el último momento, cambió la palabra "esposo" por "jefe". Cipriano pareció tener algo atorado en la garganta mientras se acercaba al médico y preguntó furioso: —¿Es grave la herida? —No se preocupes es solo un rasguño. El médico, mostrando indiferencia hacia su relación, terminó de atender a Viviana y le prescribió un medicamento tópico. Viviana le dio las gracias y se marchó. Cipriano la siguió de cerca, adelantándose a pagar y también a recoger la medicina, comportándose como un esposo dedicado y devoto. Viviana no dijo nada al respecto. Al salir del hospital, ella bajó la cabeza para pedir un taxi por la app, pero Cipriano le arrebató el celular, la abrazó por los hombros y la llevó a la fuerza al estacionamiento, abrió la puerta del copiloto y la metió en el auto. Luego él subió por el otro lado y tomó el asiento del conductor. Cerró la puerta con fuerza, y el sonido del exterior quedó completamente aislado. El ambiente se tornó opresivo. —¿Me interceptaste y viniste a castigarme con la muerte? —preguntó él, volteando a verla con una expresión cansada y algo molesta. Viviana se quedó en ese momento sin palabras. Ella se detuvo por un instante para devolverle la mirada, más observó su semblante y se rio de manera sarcástica. Su corazón estaba pesado, pero su broma la hace reír. Él sintió que la había ofendido, ¿y ella vino a castigarlo con la muerte? ¿Cómo podía alguien ser tan narcisista? —Tranquilo, no tendrás ese problema, devuélveme el celular. —le pidió Viviana, extendiendo la mano para recuperar su celular que él sostenía. Cipriano esquivó su mano: —Admito que te engañé hoy, pero tú, sin considerar las consecuencias, hiciste llorar a Susana, ¿no es problema tuyo? Ella es solo una mocosa mimada, habla sin pensar, ¿por qué te molestaste con ella? Viviana escuchó su estúpida defensa, escuchó cómo describía a esa muchacha, además escuchó el tono de cariño inadvertido en su voz... Cipriano, ¿no ves cómo has cambiado? Después de un largo rato, ella habló, su voz llena por completo de una desilusión absoluta y fatiga: —De ahora en adelante no la molestaré, ni me importará lo que hagas con ella, pero también te pido que la controles y no la dejes venir tan descaradamente frente a mí. —No, la veo solo como a una hermana, no es lo que piensas. —Cipriano hizo mala cara. —Sí, una hermana. —Viviana se contuvo para no revelar la evidencia que había recopilado: —Está bien, fui impulsiva, me equivoqué lo siento, entonces te felicito por tener otra hermana. ... —Maneja. —Dijo estremeciéndose Viviana, sintiendo un frío penetrante en los huesos, se ajustó la chaqueta que llevaba puesta, abrazándose fuerte a sí misma, su nariz rozó cuidadosa el cuello de la chaqueta y el cálido aroma de sándalo se filtró en su nariz. Solo entonces Cipriano notó el abrigo gris de hombre de alta calidad que llevaba puesto, claramente hecho a medida: —¿De quién es ese abrigo? Viviana despreocupada giró la cabeza hacia la ventana, como para ironizar sobre su comentario anterior de "hermana", dijo: —De mi nuevo hermano. Cipriano se quedó sin palabras. Con una expresión grave e intimidadora, arrancó furioso el abrigo de su cuerpo y lo arrojó por la ventana. Viviana, enfurecida, se bajó del auto para recogerlo, ya que tenía que devolverlo. Cipriano, viendo que ella se atrevió a recogerlo, la jaló de vuelta, se inclinó y la besa apasionadamente. Viviana apretó furiosa los labios. Al notar su resistencia, él usó su mano para abrirle la boca y sus lenguas se entrelazaron de manera dominante e irracional. Después de haber tenido suficiente, se alejó despectivo de su boca, su aliento pesado y profundo roció su cara: —No me provoques de esta manera, tienes que pensar en la vida de los demás. ... Viviana quedó sin palabras. El abrigo nunca pudo ser recuperado. Había prometido lavarlo y devolverlo, ¿qué haría ahora? ... Después de un fin de semana tan agitado y tormentoso, Viviana terminó inevitablemente con un resfriado y fiebre esa noche. Cipriano no salió más de casa, cocinó fideos para ella y la alimentó, dándole la falsa impresión de que quizás todavía la amaba. A medianoche, con la fiebre aun sin bajar, se sintió incómoda y aturdida. Zzz, Zzz El celular de Cipriano en la mesita de noche empezó a sonar. Viviana se levantó al mismo tiempo que Cipriano miró hacia el celular, marcando las doce y treinta y cinco. El nombre que parpadeaba en la pantalla era el de Princesa. Semejante apodo tan íntimo y estúpido por cierto... El sonido de la vibración en la tranquila noche era especialmente irritante, como si no estuviera vibrando en la mesita, sino en los nervios de ambos.

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