Capítulo 93
—Abogado Ignacio, ¿tiene fiebre? —Leticia realmente no entendía por qué él se enojaba.
Si no fuera porque su cerebro se había visto afectado por la fiebre, ¿cómo podría haber dicho algo tan absurdo?
Si no lo supiera, pensaría que ellos eran pareja, y que él se había enfadado porque otro hombre la estaba cortejando.
Ignacio quedó sin palabras.
—¿Qué estás diciendo?
Leticia, queriendo conservar su trabajo, solo pudo agachar la cabeza y hablar con tono humilde: —Nada, nada... Solo me preocupaba por su salud.
Ignacio la miró intensamente, con una mirada profunda y enigmática. Aunque era evidente que no la iba a despedir, se dio a sí mismo una excusa elegante: —Por el bien del profesor Ramón, te daré una oportunidad más.
Leticia asintió rápidamente, agradecida: —Prometo que me comportaré bien. Lo de hoy no volverá a suceder.
—Vete a trabajar. —Ignacio hizo un gesto con la mano.
Cuando Leticia se dirigió hacia la puerta, Ignacio la llamó de nuevo: —Espera.
Leticia detuvo su mano en la manija
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