Capítulo 34
—Él tiene dinero, pero yo no le tengo miedo —dijo Marta, con furia en la voz.
—No es cuestión de dinero, sino que él ya se divorció de nuestra Leti. Que busque a una amante es lo más normal; no tenemos derecho a meternos en sus asuntos. Lo único es que nuestra Leti ha sufrido, casándose con un hombre tan malo.
Marta miraba a su esposo, cuyos ojos se ponían rojizos, y se contuvo. Lo tomó de la mano: —Vamos rápido, no quiero que Leti vea esto, si no...
Cuando Leticia se casó con Héctor, todos sabían cuánto lo amaba.
Marta temía que Leticia lo viera y se angustiaría.
Eduardo tragó saliva, como si quisiera decir algo más: —De verdad quiero pegarle.
A Marta le preocupaba que su esposo, por un impulso, fuera a pegarle a Héctor. Aunque Eduardo había sido fuerte cuando joven, ahora ya no estaba en sus mejores años.
Si realmente llegaran a pelear, no sabía quién saldría ganando.
Leticia salió de la cafetería y, tan pronto como vio a su madre, esta se adelantó y la tomó del brazo: —Vamos rápido
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