Capítulo 72
Al ver a Diego bloqueando su camino y a María observándola con hostilidad, Rocío frunció ligeramente el ceño.
Ella había pensado que su actitud anterior había sido lo suficientemente clara como para que no se acercaran, pero...
—En serio gracias, pero no es necesario.
Rocío no dio más explicaciones y, sin decir nada más, decidió perdonarlo y marcharse.
Diego salió tras ella: —¿Vas a casa? Déjame llevarte en auto, hace frío afuera y me preocupa que te vaya a dar un resfriado...
—¡Profesor Diego, realmente no hace falta! —Rocío rechazó tajantemente.
Diego quedó paralizado; nunca había visto a Rocío tan firme. Al mismo tiempo, una gran ira comenzó a crecer en su interior, y su expresión se oscureció visiblemente.
Desde pequeño, Diego siempre lo había tenido todo fácil; nunca había conocido a alguien que se atreviera a desafiarlo o mostrarle una actitud tan negativa. Había hecho todo lo posible para agradar a Rocío, pero ella parecía no darse cuenta.
¿Acaso no sabía quién era él?
María,
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