Capítulo 147
Tomás actuó con sumo cuidado, evitando mirar o tocar directamente la piel de Rocío.
Afortunadamente, tenía la costumbre de llevar un juego de ropa de repuesto en el auto, así que, después de ayudar a Rocío a quitarse la ropa mojada, sacó del asiento trasero un conjunto de ropa deportiva y se la puso.
La ropa deportiva era algo ligera para la temporada, pero definitivamente era mejor que mantener la ropa mojada.
Tomás no tenía ropa extra para cambiarse, y su propia ropa aún estaba húmeda. Optó por no seguir abrazando a Rocío, para evitar mojar nuevamente la ropa que acababa de cambiar.
Después de vestirla, envolvió a Rocío completamente con una manta y la acomodó cuidadosamente en el asiento, sosteniendo su cabeza y sus hombros con sus manos.
Bajo la tenue luz, Tomás observó el pálido rostro de Rocío, y el dolor en sus ojos parecía desbordarse. Reflexionando sobre lo ocurrido hace un momento, el miedo aún lo invadía.
¿Qué habría sucedido esa noche si no se hubiera sentido ansioso y deci

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