Capítulo 114
Tomás miraba la escena sin poder creerlo: —¿Me estás echando?
Rocío evitaba su mirada: —Puedes entenderlo así.
Dicho esto, fue al armario, sacó algunos utensilios de cocina y los colocó en la mesa del comedor. Al darse vuelta y ver que Tomás seguía parado inmóvil, le instó:
—Ven a cenar, pronto oscurecerá y el camino no es seguro.
Tomás, viendo que ella no estaba bromeando, sintió que su corazón se hundía poco a poco.
En ese momento, odió saber tanto sobre Rocío, porque sabía que sus palabras eran ley y que no había vuelta atrás.
Anteriormente, pensaba que el hecho de que Rocío fuera tan decidida y no se ablandara tan fácil era algo bueno, que no sufriría demasiado por asuntos del corazón.
Pero ahora que le tocaba a él, entendía cuán doloroso era.
Tomás esbozó una sonrisa amarga y salió de la cocina. Mirando a través de la ventana hacia el cielo sombrío que pronto descargaría lluvia, su mirada reflejaba un poco de emoción.
—Bien, comamos primero.
Tomás se sentó obedientemente al lado d

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