Capítulo 86
Gabriela apretaba firmemente los labios, sosteniendo su celular, lista para llamar a la policía en cualquier momento.
Sentado en su silla de ruedas, Federico tenía una expresión sombría y un tono de voz gélido: —Víctor, déjalo vivir, apenas.
—Como ordene, Señor Federico,— respondió el chofer Víctor.
Víctor, que se movía con la destreza de un experto en artes marciales, se abrió paso entre la multitud.
Luego, agarró una botella de vino tinto de la mesa y la estrelló en la cabeza de Octavio.
¡Su cabeza sangraba!
—¡Si te atreves a tocar a nuestra señorita, te buscas la muerte!
—¡Golpéenlo todos juntos!
Octavio, sosteniendo su cabeza sangrante, rugió furiosamente.
El bar se convirtió en un caos.
Mientras las botellas caían al suelo, Gabriela aprovechaba el tumulto para sostener a Paula, que estaba ebria.
—Señor Federico, llevaré a Paula al auto y luego vuelvo por usted.
—Ten cuidado.
Federico le advirtió con suavidad.
—¡Entendido!
Gabriela, ayudando a Paula, camina
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