Capítulo 84
—¡No necesito eso!
Gabriela, apresurada, tomó su mano. —No es necesario.
Federico levantó una ceja y de repente, algo se iluminó en su mente; una sonrisa se dibujó en sus labios: —Lo necesitarás.
Gabriela se sonrojó, con dificultad para articular palabras: —Señor Federico, aún no están curadas sus piernas. No es conveniente hacer eso.
El hombre soltó una risa suave y extendió su palma, donde descansaba una pequeña caja de regalo.
—Gabriela, esto es un regalo para ti.
Federico dijo en voz baja.
Ella, una mujer que no llevaba ninguna joya en el cuerpo. El brazalete que solía llevar lo había guardado después de enterarse de que valía 700,000 dólares. Temía dañarlo, y desde entonces no se atrevió a usarlo.
Gabriela malinterpretó y se sintió avergonzada.
Tomó la pequeña caja de regalo, la abrió y dentro halló un collar de perlas.
Una imponente perla blanca de Australia, rodeada de diamantes, resplandecía con belleza.
—Señor Federico, esto...
—Es un regalo de agradecimiento por los gemelos
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